miércoles, 11 de abril de 2012

Las noches Parker - La noche húngara

¿Cómo no pararse a comer en un sitio de nombre tan inspirador? 

La noche húngara dio comienzo a traición a eso de las tres de la tarde. Y es que nada abre más el apetito que una sesión matutina de apalizar muertos vivientes, masas deformes y horribles seres alados de luenga nariz en un dungeon semienterrado en el árido mundo de Athas. Y sí, todos estamos de acuerdo en que matar orcos da más hambre, sin embargo, bajo la atenta mirada del D20, cualquier masilla muere igual y los puntos de experiencia regocijan el corazón del alma neutral más fría.
Tras salir victoriosos de épicas pifias y fails memorables, arrastramos la sed del desierto athasiano hasta la casa de Maese Cienfuegos y señora, donde fuimos agasajados con delicadas viandas y una perfecta presentación de la mesa. Tras un breve picoteo, procedimos ya a agasajarnos todos a base de los vinazos que antaño habíamos importado desde la página de Bortársaság, cuyo nombre no envidia en nada los páramos de Balic, Drag, o Gulg, incluso si se pusieran todos juntos: Balicdraggulg.



Friqueces aparte, la noche húngara no tenía razón de ser sin un gulash acompañado de crema agria. No incidiré más en el gulash, debido a que si bien alcanzó la textura más perfecta que he conseguido conferir a este guiso, lamentablemente, tras un cambio de marca del pimentón picante que estoy acostumbrado a usar, el guiso quedó demasiado picante... incluso para mí, que acostumbro a lavarme la cara con cayena y los dientes con capsicina pura. La pobre señora de Krystal, cuyo amor por lo opuesto al picante es bien conocido, temo, no me lo perdonará jamás.
Por otro lado la crema agria quedó riquísima, al menos durante una cucharada, pues el exceso de cristal que acumuló en los siguientes minutos a ser servida la hizo incomible salvo en tiempos de guerra y penuria. El caso es que las copas de vino aumentan su probabilidad de suicidio exponencialmente cuánto más largas sean, más fino el cristal y más cantidad de vino ingerida. Adiós crema, fue un placer conocerte y nos volveremos a ver.

Crema agria, agredientes:
- Queso quark, como venga, al bol.
- Nata cremosa, en misma cantidad, al bol.
- Zumo de un limón, a discreción
- Pimienta, a discreción
- Sal, indiscretamente.
- Cebollinos picado, si apetece
- Eneldo, si tenemos.
 -Corenwijn, un chupito.

Se puede seguir la receta que aparece en el link, que parece estar muy buena. Yo sugiero unos ligeros cambios, y es que la receta que plantea el blog “amorcillarte” no tiene alcohol. Un error muy común en muchas cocinas españolas y parte de Euskadi. Mi propuesta es echar el corewijn a una sartén, prenderle fuego unos segundos y echarlo en el bol de la crema. Dejar la noche fermentar y rescatarlo a la mañana siguiente. Para mayor agridez, sustituir parte del queso por leche entera. A continuación una foto de crema agria.

¡Agria la crema! ¡Agriala, te digo, Arpad!
Por Dieux, que machos eran estos magiares...
se le hace a uno la crema agria...

El Corenwin, viene a traducirse (si no me equivoco) como: vino de trigo. Es una movida holandesa que a pesar de llamarse vino, estar hecho de trigo y considerarse como una ginebra, tiene sabor a un whisky aguardentoso especiado.

       El bebercio húngaro era la excusa para hacer la hacer la comida. Teníamos que darle salida a los 14 vinos que nos quedaban. De los cuales, si alguien se apunta alguna vez a pedir vino tan lejos, recomendamos las siguientes: Bock Ermitage, (Villany, 2009), Bock Royal Cuvée, (Villany, 2007), Takler Merlot (Szekszárd, 2009) y  Konyári Jánoshegyi Kékfrankos (Balatonlelle, 2009) entre otros. Este último un poco extraño pero rico.

Los selectos.

El nombre entre paréntesis es la región. Los Egri Bikaver (sangre de toro) de la región de Eger, recomendados previamente en este blog (Gal Tibor, etc.) no llegaron a cuajar entre los exquisitos paladares de los comensales, sin embargo, no podemos no recomendarlo. Sería como decir: “oiga, no beba vino de Valdepeñas”. La sangre de Toro que se vierte en Eger es una cosa muy rica y muy recomendable, pero hay que tener en cuenta que si no se busca en profundidad es un vino peleón.

El arte de hacer la sangre de toro en el valle de la mujer hermosa. Todo un espectáculo.

Como se puede uno imaginar, tras todas esas botellas de vino (14), la noche Parker llegó con calidez del corazón. Calidez que terminó de asentar una extravagante bebida de sabor canela, de 50º y virutas de oro. Nada como unas buenas virutas de oro para asentar el estómago, el corazón, la consciencia y plantar la semilla de una potente y merecida resaca.